Armin Meiwes rellenó toda su sociabilización sin un contacto cara a cara, en Internet,  sin que supusiese un riesgo, con su ahora invasiva soledad, y además se podía relacionar con aquellos que compartían su afición y hobbie incorporando a su intranúcleo sus “amistades virtuales” como parte de la peculiaridad social del ser humano, centrándose en una selectiva cultura secundaria. 

Sin embargo el ímpetu de la soledad, en sus ratos de off en su ordenador revivía la idea de querer integrar una persona en su vida que permaneciese constantemente con él, con el que compartir no sólo el día a día o los ratos on-line, si no los sentimientos o pensamientos. Alguien  que fuese más allá de una relación social o incluso familiar, quería que viviese dentro de él (cultura cero).

Las creencias, los ideales, se fortalecen en la madurez, más aún si la cultura secundaria es selectiva y referente a la temática que invade la mayoría de los pensamientos de un sujeto. Armin Meiwes desde su infancia imaginaba y deseaba, un acompañante, un amigo, un hermano…, con el tiempo y con la ayuda de esa cultura secundaria reducida y selectiva, desarrollo el deseo de romper esa soledad, comiéndose a alguien que pudiera vivir en su interior. La comprensión de esa cultura secundaria, la asunción de culturas que lo habían hecho y la “normalización” de las conversaciones a través de los chats y foros con respecto al tema, facilitaron la propuesta de Armin.