Compartir costumbres o tradiciones comunes o habituales en una sociedad, puede ser una facilitación para la sociabilización de un individuo y por tanto para la formación de una cultura secundaria. Sin embargo si se realizase un hábito o  costumbre a partir de una situación diferente que se aleje del entendimiento de la sociedad a la que se pertenece puede terminar por romper los lazos sociales, bien porque no se comprenda,  o por ser extraña la tradición, o el hábito desempeñado.

Este es el caso de Le Van,  que no pudo superar la muerte de su mujer generando una conducta ritual individual que le ayudase a sobrellevar la pérdida de su esposa. La cultura cero de Le Van le consideraba vulnerable ante el duelo de una perdida, y la cultura primaria notaba la ausencia de la difunta.

 

Así, después de sufrir el viento, el frio y la lluvia en las noches que durmió en el cementerio junto a su yacente mujer, decidió volver a casa junto a ella.

 

En nuestra sociedad tenemos por costumbre y tradición enterrar a nuestros difuntos, sin embargo Le Van no podía estar sin su mujer, no podía vivir sin ella, la necesitaba y reincorporó a la cultura primaria.

Su recurso de afrontamiento fue un rito individual no compartido socialmente produciéndose un choque biosocial.

Este comportamiento que llevó a cabo Le Van responde al término acuñado en ABCD: Conductas Complejas,  “Necrofilia por amor”.