Barbora se había valido como recurso de afrontamiento de la apariencia física, a causa de la edad que ella conocía que le producía dificultades en sociedad pero que sin embargo también resultaba ser una facilitación para salir impune.
Al ver su seguridad vulnerada Av2 en el entorno con Klara y Katherine Maureova y sentirse obstaculizada por los niños que acaparaban los afectos de Klara, moduló la emoción displacentera sentida a través del recurso de afrontamiento que le facilitarse, acercarse al indicador evocador, los hijos de Klara, que la producían ira por los afectos recibidos, valiéndose del estímulo aprendido de que había que educárseles de forma más severa a causa de su “mal” comportamiento. De esta forma  su comportamiento agresivo hacia el indicador evocador no sólo suponía una actitud de defensa ante el intranúcleo sino que resultaba discriminativo al querer colaborar en la ofrenda de seguridad y protección al intranúcleo.

Ella, no era una Maureova, el sentimiento de pertenencia estaba en vulnerabilidad, Katherine, Klara, y  los hijos de esta, formaban una cultura primaria, pues eran todos familia, sin embargo, Barborá era una agregada a esta cultura primaria, donde tendría que aportar capacidades, funciones o competencias, que le  asegurasen su permanencia. La decisión de Barbora fue centrarse  en la vulnerabilidad de Klara, sus hijos y su rol de madre, foco de los celos y la vulnerabilidad de Barbora. 

A través de los castigos no sólo adquiría el “efecto castigador” de aplicar un castigo y recibir con ello una cualidad placentera, sino que también obtenía la aprobación e Klara como recurso al sentirse más unidas y reforzadas en la educación de los hijos.
De esta forma se podría decir que conformaban un círculo mágico donde utilizaban con chivo expiatorio o recurso de afrontamiento la “mala” conducta de los infantes, para conseguir afecto, atenciones y una posición relevante o cultura primaria de Klara al participar en la buena educación.

 

El hecho de poner cámaras como vigilancia se tornó en su contra, al ser detectadas las imágenes por un vecino e informar a la policía sobre los sucedido.
Cuando llegaron los investigadores, Barbora, conocedora de la “maldad” y valoración de los actos, usó como recurso de afrontamiento su aspecto físico haciéndose pasar por una víctima más. Recurso que le fue útil más de una vez.

El hecho de sentirse parte de una cultura primaria y querer ostentar un rol importante en ella en la que su cultura cero no la había dificultado su sociabilización, pues era considerada por Klara y Katerina como una adulta incuestionable, arraigaron tanto su sentimiento de permanencia que cometió sus crímenes al querer acaparar el dominio absoluto de Klara frente a los infantes que recibían las atenciones y cuidados  por la necesidad de atención y mecanismos necesarios en su crecimiento y desarrollo.

 

Barbora Skrlová se aprovechó del conflicto que ocasionaba en sociedad el aspecto presentado por su cultura cero, al aparentar una “niña” pese a ser cronológicamente una persona adulta.

El hecho de aparentar una niña en vez de una mujer, seguramente ocasionó conflictos en sociedad a Barbora, a la hora de afrontar los privilegios, derechos y responsabilidades que lleva consigo la vida adulta, sin embargo este conflicto o dificultad en sociabilización también resultó ser una facilitación para ser vista o reconocida por los agentes como una infante más que había sufrido las “torturas” de Klara y Katerina Maureová, y de esta forma pasar impune en su delitos pese a ser la inductora.
No fue hasta  años más tarde, cuando haciéndose pasar por Sam, un niño de corta edad y escolarizado en una escuela, fue detenida dejando atónita a la familia que la había adoptado.